Hoy perdí la batalla. Me perdí en la necesidad de hacerte entender. Me derrotaste. Y, con ello, me encontré.

Hoy perdí la batalla. Me perdí en la necesidad de hacerte entender. Me derrotaste. Y, con ello, me encontré.
Hoy hay Luna Llena. Ella, para mí, es un recordatorio: todo pasa. La vida es un ciclo que se repite infinitamente. Y, como tal, suele llevarnos a inicios poco deseados, a inicios que tienen un sabor amargo, nostálgico e inclusive a derrota.
A Isabel Villanueva, mi abuelita, -ita, con ese diminutivo que, para ella, denotaba cariño.
Creo que mi expectativa radica en que Agridulce pueda ser luz, barco, puente… vida, para quien así lo necesite, sabiendo que ha sido el mío.
En cuanto recibí su mensaje, temblé. Me gustaría negarlo, decir que no me dolió, decir que seguí con mi vida como si él no estuviera escribiéndome, pero estaría mintiendo. Accedí a verlo, a tener esa conversación que tantas veces imaginé en mi mente.
Este poema es la recopilación de las voces de distintas mujeres. Por ello, el poema es de todas, es, precisamente, un entramado de nuestras vidas. La mujer que me inspira todos los días: mi mamá, mi abuela, mi hija, mi hermana... algunos nombres, sin jamás nombrarlas a todas...
El pasado no es tan malo: te enseña aquello que no quieres ser, o no quieres repetir, pero también, aquello que quisieras mantener. El pasado no es tan malo.
Que quede un agridulce vestigio, del año en que quise morir pero no lo hice.
Tengo un poema en mi cuerpo, o tal vez mi cuerpo es el poema, o tal vez mi cuerpo es una metáfora, ante la imperante necesidad que tengo, de apropiarme, de hacerme mía, de habitarme y reclamar mi vida.
Me gustaría que supieras cómo me sentí. Me gustaría que supieras que sí, las niñas recordamos, vemos y sentimos todo lo que pasa a nuestro alrededor. Me gustaría que supieras que tus actos no me definen a mí, pero a ti sí.