En más de una ocasión me he sentido rota. Rota. Qué palabra tan pesada, que nos hace sentir tan pequeñas. ¿Qué significa estar rota? ¿Podría entonces hablar de estar completa? Hoy sé que no. No estoy rota y no podría estarlo.

En más de una ocasión me he sentido rota. Rota. Qué palabra tan pesada, que nos hace sentir tan pequeñas. ¿Qué significa estar rota? ¿Podría entonces hablar de estar completa? Hoy sé que no. No estoy rota y no podría estarlo.
Resiste. Ríndete. Resiste. Ríndete. Es el vaivén de mi mente, de mi cuerpo. Resistir ya es vivir.
Hay días en los que el cuerpo se derrumba, bajo el caudal del río; bajo la agitación del mar; bajo el desequilibrio de la tempestad; bajo el grito de la tormenta... el cuerpo cae, el cuerpo tiembla, el cuerpo llora, en un agridulce encuentro de emociones.
Enciendo una vela. Me parece curioso pensar que llevo años guardando estas velas y que, aun así, todas permanecen intactas. Nunca las había encendido. Pero repentinamente eso cambia. Apago las luces. Frente a mí tengo tres velas encendidas, por ahora. Siento el fuego creciendo en mi pecho. Ese fuego que he decidido asociar con mis amigas. Mis amigas son una hoguera.
No querer sentir es negarse a vivir, los vestigios del mundo, en el cuerpo, cerrar los ojos ante el caos interno, como si con ello amainara el tormento.
Ese día desperté confundida. Había soñado contigo –cuando nunca lo hacía–. Soñé que nos topábamos por accidente y que yo temblaba, tal y como ocurría, horas después, al estar frente a ti. Pensé que había sido una pesadilla, en realidad fue un presagio. Tenía miedo. Miedo de mí, no de ti, miedo de no ser capaz de poner distancia entre tú y yo.
No me puedo imaginar un mundo sin mujeres, así que mejor me imaginaré un mundo en el que abundamos las mujeres libres de experiencias de violencia, abuso, acoso... Para ello, es necesario comenzar rehaciendo el mundo. Reinventar los días pesadilla. Como mi cumpleaños.
Pienso en las mujeres que me han acompañado y pienso en un eco. Un eco fuerte y profundo. Pienso en magia. Pienso en vida. Gracias a ellas, mantengo la esperanza.
Si un día no regreso, quémenlo todo. Hoy lo creo y lo siento, pero hubo un tiempo en el que no fue así. Cuando estuve en una relación abusiva sentía que no valía nada. ¿Cómo creer entonces que vale la pena quemar el mundo por alguna de nosotras? Así. Quemándolo. Quemémoslo todo. ¿Qué ganamos con esto? Ruido. Incomodidad. Fuerza.
La vulnerabilidad se asemeja a florecer. Abrirnos. Mostrarnos. Abrir el alma, mostrar las heridas. Ser flor. Ser vistos. Ser reconocidos.